jueves, 10 de mayo de 2012

El cuerpo de las mujeres desde el punto de vista neoliberal: la prostitución y los ingresos de algunos



La prostitución es un asunto sobre el que planea una decidida ambigüedad. No es una contradicción en los términos, se puede explicar a partir de lo que Martín Gaite planteaba en Lo Raro es Vivir: que hay momentos en la vida en los cuales lo que es realmente necesario es tomar una indeterminación.

Pero, como suele ocurrir también en otros ámbitos, el lugar que uno no se decide a ocupar acaba siendo ocupado por otros, y así nos encontramos con que los fieles del nuevo credo neoliberal –“busca siempre un nuevo rincón del que sacar beneficio a cualquier precio y sin complejos”- lanzan ahora el mensaje de que: la prostitución no es más que otra oportunidad de negocio más, tan limpia o tan sucia como otra cualquiera.

 Lo que hay que hacer, dicen, es profesionalizarla como las demás, impartiendo cuantas clases teóricas y prácticas resulten necesarias para que el personal conozca bien el oficio y sea más productivo. Formación, productividad y flexibilidad son las reglas.

El caso es que parecen más que dispuestos a invadir (también) esta penúltima esfera de la vida de los demás y a sacarse algún dinerillo arreglándoselas como sea para impedir que en lo sucesivo al beneficiario del negocio se le siga llamando el chulo.

En su defensa, alegan que hay una escasa distancia entre otros trabajos legitimados y el que ha sido considerado el oficio más viejo del mundo. A fin de cuentas, en cualquiera de ellos la dignidad hace ya tiempo nos la han quitado.  Por tanto, ¡chicas, qué más os da!

Pero es que resulta que sí, que nos da. Que no vale desmantelar, envilecer y denigrar uno a uno nuestros quehaceres cotidianos y encima, después, beneficiarse. Que no vale confundir la dignidad de la necesidad con la villanía del intermediario. Que no vale negociar con el cuerpo del prójimo. Que no vale, en definitiva, convertir al sujeto de derecho (que es el ser humano) en objeto del derecho de otro.

Como en tantos otros ámbitos, también aquí se están confundiendo los términos de una forma inaceptable.

2 comentarios:

  1. Esto si es violencia estructural, ya que se ejerce presión emocional, chantaje, engaño para obligar a mujeres a trabajar en la prostitución. La mayoría ha sido inducida a ello por hombres que quieren beneficiarse a costa de sus necesidades o carencias. ¿Dónde están los principios, los valores?. La dignidad se hace invisible cuando hay dinero por medio. Francamente intolerable.

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  2. Es un análisis muy atinado de la cuestión. Hay cosas que, a fuerza de repetidas, acabamos aceptando como normales. El argumento ese de que estamos ante una oportunidad de negocio, tan sucia o tan limpia como otra cualquiera, es demoledor ¿De qué hablan exactamente cuando dicen negocio?

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